Juan llevó a su mujer al hospital a urgencias con un fuerte dolor abdominal.
Mientras la llevaban en camilla a observación , un joven médico se dirigió a Juan y le dijo:
– Me acuerdo perfectamente de usted , trae la misma cara que hace tres años cuando trajo a su mujer. Era mi primera guardia! Qué ocurre esta vez?
– Creo que mi mujer tiene apendicitis!
– Imposible ! Curiosamente aquel día también fue mi primera operación . Estuve nervioso , pero la operación salió bien y extirpé el apéndice de su mujer con total limpieza , de hecho , guardé el apéndice en un tarro con cloroformo que aún conservo como recuerdo…
En ese momento salió el médico del box de observación y le dijo a Juan : «Su mujer tiene apendicitis , vamos a operarla.»
El joven doctor miró incrédulo a su compañero y le pidió ser el quien la operara. Entraron a quirófano y a las 2 horas , salió con un tarro con el apéndice extirpado y le dijo a Juan:
-Igual de bien que aquella vez , pero en esta ocasión sin nervios. He guardado el apéndice en este tarro por si quiere conservarlo como recuerdo. Ah! y justo cuando iba a comenzar la operación , me di cuenta de mi error y comprendí lo que había pasado.
Qué había pasado?
-Ha muerto mi esposa.
-¿Tu esposa? Pero si murió hace dos años…
-Sí, y me volví a casar.
-¡Ah, pues enhorabuena!
🙂
Está clarísimo
Más tarde, también se descubrió por algunos vecinos del barrio, que cuando la suegra despertó de la anestesia, le dijeron que había tenido un niño negro, y le habían endiñado uno que había nacido el mismo día, pero la madre, que era inmigrante ilegal había muerto en el parto.
Y así fue como mi suegra crió a un nuevo hijo, y cuando el niño ya estaba grande, le preguntó a su «madre», que quien era el padre…. pero eso ya os lo cuento otro día.
Merlin, me tienes que dar el numero de tu camello 😉