La segunda condena de Abdul

Tras salvarse por los pelos de la horca, Abdul volvió a meterse en un buen lío. Fue acusado de trapichear en el mercado negro de esclavas, que había sido prohibido por el sultán Ibn-al-Kuz. En esta ocasión, Abdul fue juzgado por un jurado compuesto por seis hombres y seis mujeres. Las seis mujeres lo consideraron culpable y pidieron la pena capital, pero los seis hombres lo declararon inocente. Entonces el juez decidió que Abdul debía tener un cincuenta por ciento de probabilidades de vivir, y que el resultado se decidiría sacando una bola de una urna. La corte proporcionó dos urnas, una con cincuenta bolas blancas y otra con cincuenta bolas negras. Al prisionero se le vendarían los ojos y tendría que elegir una de las urnas y sacar una bola. Una bola negra significaría la muerte y una bola blanca la libertad. Por supuesto, los contenidos de las urnas se mezclarían al azar y las bolas de ambas serían convenientemente revueltas después de que se le pusiera la venda en los ojos.

-¡Oh, gran juez -exclamó Abdul, cayendo de rodillas-, concededme una última petición! Permitidme redistribuir las bolas entre las dos urnas antes de que me venden los ojos y tenga que elegir la urna y la bola.

-¿Creéis que esto podría aumentar sus probabilidades de salvarse? -le preguntó el juez al visir, que estaba sentado a su lado.

-No lo creo -contestó el visir, que se consideraba un gran experto en problemas matemáticos-. Hay cincuenta bolas negras y cincuenta blancas, y como no puede verlas, las posibilidades siguen siendo las mismas, no importa cómo se distribuyan las bolas entre las dos urnas, o entre cualquier número de urnas.

-Pues bien -dijo el juez-, ya que eso no cambiará nada, ¿por qué no accedemos a su petición, aunque solo sea para demostrarle a nuestro gran sultán que su recién nombrado tribunal de justicia tiene tendencias liberales, de acuerdo con sus deseos? Adelante, redistribuye las bolas -le dijo a Abdul, que aún estaba arrodillado ante él.

¿Tenía razón el visir o Abdul pudo redistribuir las bolas en las urnas de manera que aumentaran sus probabilidades de sobrevivir?

El malvado gánsgter

Un loco y malvado gánster te secuestra y decide jugar contigo a la ruleta rusa. Apretaré el gatillo dos veces, te dice, y si sobrevives te dejaré libre.

Coge su revolver 38 de 6 balas vacío y coloca 2 balas contiguas, una a continuación de otra, en el tambor. Te apunta a la cabeza, aprieta el gatillo y suena un clic. Antes de apretar el gatillo por segunda vez te da a elegir:

¿Quieres que aprete el gatillo de nuevo o prefieres que gire el tambor antes?

¿Qué le responderías?¿Por qué?

Combinación secreta

Te encuentras frente a una puerta cerrada para la cual necesitas marcar en un teclado la combinación de 4 números correcta.

hay 2 teclados que funcionan abriendo la puerta cada uno con una clave distinta; con usar uno solo de ellos es suficiente.

Te das cuenta que tienen algunas teclas gastadas por el uso de personas que saben las claves y las teclean habitualmente.

Uno tiene 3 teclas gastadas y el otro 4.

Asumimos como cierto que el de las tres teclas gastadas es debido a que un dígito se repite en la combinación de 4 y que no puedes apreciar un desgaste diferente entre las teclas.

Para entrar decides probar todas las posibilidades (usando la información de las teclas desgastadas, claro) en uno de los teclados.

¿Cuál elegirías , el de las 3 teclas gastadas o el de las 4?

La ficha de dominó.

Este puzzle yo no lo llamaría un «clásico», pero no obstante es una buena demostración de probabilidad no intuitiva.

Digamos que tengo un juego estandard completo de fichas de dominó.

Cada ficha de dominó tiene de 0 a 6 puntos en cada lado, y no hay dos fichas iguales. Saco una ficha al azar con los ojos cerrados. Con los ojos aún cerrados, elijo un lado (una mitad de la ficha donde se ven los puntos) aleatorio de la ficha y te lo muestro. Ves seis puntos.

¿Cuál es la probabilidad de que el otro lado también tenga seis puntos?